Hay sofismas disfrazados de intelectualidad, de
sapiencia, de conciencia social y en realidad solamente son formas de notarse
como un verdadero imbécil. Uno de ellos es “Si la gente supiera más de política
que de fútbol, el país fuera mejor” Error y mil veces error, ambas cuestiones
no son excluyentes una de la otra; el sesgo de generalización es evidente y se
dejan llevar por un cliché impuesto, curiosamente, por aquello que esas
personan suelen odiar: los medios de comunicación masivos.
La representación del típico hincha que pide plata
para la entrada, miembro de barra brava, que incluso roba para hacer el “aguante”
se asume como un debe-ser de las
personas que ven fútbol. Entonces asumen, dichos intelectuales de Internet, que
todo el que ve fútbol es un paria, un indiferente a la situación del país, que
se olvidan de la corrupción, la pobreza, el hambre, la guerra. ¿Quién les dijo
que un partido de fútbol borra lo anterior? No la borra y si no hubiera fútbol
tampoco lo haría. ¿Acaso todos esos son males nacidos de la mano con el fútbol?
Dicen odiar el fútbol por ser una empresa que mueve
millones de dólares en un mundo que tiene tanta hambre. Esa es otra mentira
infame y demasiado miserable, si observamos e investigamos el origen de la gran
mayoría de futbolistas vemos es precisamente eso; necesidades apremiantes. El
fútbol es una oportunidad para millones de niños que la vida les puso enfrente
un balón, nacidos de familias con escasos recursos, con pocas posibilidades,
son esos niños que ven en el fútbol una oportunidad de salir adelante, de tener
un mejor futuro para ellos y su familia. Odiar el fútbol y pedir que no
existiera, sería quitarle el sueño de triunfo a millones de niños que ven en
ese deporte una forma de salir adelante. ¿Ven como esos argumentos esgrimen una
miseria moral? Dicen querer luchar contra la pobreza y no pueden ver que el fútbol ha sacado de la pobreza a miles de personas a través de la constancia, disciplina y demás.
El fútbol es deporte, entretenimiento y negocio, del
cual también se benefician ¿Adivine quién? Esos mismos que los políticamente correctos
dicen defender: la clase obrera. ¿Por qué? Miremos como algunos hacen del
fútbol una forma de subsistencia honrada: vendiendo camisetas, llaveros,
indumentaria, hasta comida a las afueras de los estadios. ¿No es eso en cierto
modo una manera de llevar sustento digno a un hogar? Pero esos mismos, los políticamente
correctos, son los primeros en excusar a un atracador diciendo que “no tuvo de
otra” pero al que busca ganar unos pesos extras por el fútbol es tachado como
un alienado víctima de las masas. ¿Siguen viendo la miseria moral?
Si no le gusta el fútbol, no lo vea. Ejerza su
libertad y decida qué cosas ver y cuáles no. El mundo no va cambiar porque solo
usted o miles dejen de ver fútbol, salgan y hagan beneficencia ese día, muchos
se lo agradecerán. Pero no, es más fácil creerse el correcto en su casa, en su
ambiente, en Internet para insultar y tachar de brutos e insensibles sociales a
quienes ven fútbol; mientras usted está sentado, usando un Smartphone o un
computador y no sale a la calle a ayudar a quienes lo necesite, o hasta en su
misma casa.
“¿Si Colombia clasifica, se acaba la pobreza?” No se ha clasificado y
sigue la pobreza, la guerra ha existido siempre; no creo que durante la guerra
de los mil días haya sido por culpa de un Millonarios vs Santa Fe (Obvio,
porque ni la liga se había creado en ese entonces) pero toca explicar, porque
no se puede ser considerado con quienes usan su odio, o más bien ganas de joder,
hacia el fútbol para posar de intelectuales, de sabios, cuando ellos son aportantes
del odio y la división social al momento de juzgar e insultar a otras personas
que simplemente deciden qué ver y qué no ver. Que se den la oportunidad de
averiguar qué pasa en la sociedad el día que juega la selección o cualquier
equipo; para que evidencie que sus sofismas anti-fútbol no son más que unas
pataletas.
Sí, usted, el que odia el fútbol y dice que es para estúpidos y que
aliena a las masas. Que se cree defensor de causas justas, déjeme decirle que
miles de familias, esas que usted dice defender, esperan ansiosas los partidos
de fútbol para poder trabajar de manera honrada: la de los tintos, el de las
banderas, el que vende agua y gaseosa. Lo que pasa es que su egoísmo arrogante
no le hace ver la totalidad de las cosas y solo escupe verborrea para quedar
como un abanderado de los pobres, cuando en realidad lo que destila es un
desprecio hacia aquellos que dice defender.
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