Repetir personas, no es que hayan duplicados de cada mente. Sino
de vivir situaciones muy similares, casi idénticas, con varias personas. No en
vano hay quienes dicen “Siempre me pasa lo mismo” inconformidad fotocopiada de
vivencias. Cuando se siente repetir personas, se busca por todos los medios
expresar de otra manera, evitar decir cosas ya expresadas con anterioridad. Está
el acto, el sentir que de nuevo se está con el pasado, siempre vestido de
novedad, al menos así se quiere creer.
Repetir palabras, implica tratar de volver a vivir aquello
que pasó con alguien que en nada se parece a lo anterior. Buscar encarcelarlo
entre los recuerdos y no dejarlo ser más allá de nuestras propias ganas que sea
aquello que se perdió alguna vez, pero que ahora vuelve en cuerpo ajeno,
investido de viejas palabras, de viejas canciones. Es matar su originalidad,
volverlo copia de algo vivido, no por menos doloroso.
Repetir personas con nuevas palabras, implica un afán parcial
de dejar atrás aquello vivido, que la nostalgia se mantenga alejada de la
novedad expresada con palabras, pero con aquella forma que indudablemente, bajo
el disfraz de novedad, esconde aquello alguna vez obtenido y luego perdido. A su
vez que se busca por todos los medios sentir esa sensación de haber superado el
pasado, de sentir que no son las mismas canciones, los mismos sueños, todo cambia,
todo avanza, sobre el mismo punto. El ayer.
Repetir palabras con nuevas personas, implica estar en medio
de espejos, donde solo existe aquella persona que piensa la originalidad como
una forma y no como un fondo. Es pretender aniquilar todo aquello que la otra
persona pueda decir ¿No ve que eso le cambiaría el viejo discurso? No podría
encontrar aquellas palabras que le hagan sentir de nuevo en su sentido, porque
el sentido ya está marcado, no tiene salida. Es lo seguro y doloroso por lo
incierto e igual de doloroso. Pero es la anestesia, que ahorra el haber ido más
allá de la nariz.
Siendo sustitutos presenciales o lingüísticos, siempre
cubriendo faltas ajenas a uno y el otro en el mismo papel. La repetición es la
vida, es un río circular (Para que Heráclito no venga a joder ahora) el agua
fluyendo constantemente, por los mismos paisajes, creyendo que se depura en su
regreso, cuando solo busca volver a regar aquella flor en el prado.
En un ideal sería decir cosas nuevas con personas nuevas, o
al menos creer que sea así. Las palabras ya existen, las personas también. Haciendo
que la falta sea un dolor nuevo, no la costumbre que tiene guardada sus excusas
en medio de lo incierto, para que hagan sentir caer en lo conocido, igual ya se
conoce la salida. Volverse a perder, para que la repetición sea placentera,
repetir el sentimiento individual, no lo que ya no nos volverán hacer sentir. Solo
porque lo anterior es mutuo, nadie escapa a ello, ni la muerte lo conseguirá
porque tal vez le lloren con lágrimas que fueron para alguien más.
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