En un artículo
que escribí hace dos meses para otro medio fui claro: la red es solo un medio
que expresa aquello que está y se ha formado en una persona. No creo en esas
personalidades disociadas en las redes sociales, que bajo el “Soy un personaje
creado, esto no soy yo” hacen creer que tienen algún trastorno disociativo de
personalidad o algo por el estilo. No creo que tengan la capacidad de asumir
una personalidad diferente sin proyectar lo que ya son o quieran ser.
Lo anterior es para dejar en claro que las redes sociales
muestran lo que es una persona, ya sea lo que es o lo que quiere ser; en lo
segundo hay proyecciones, fantasías, negaciones y todo aquello que no está
fuera del sujeto. No hay que sentar a nadie en un diván para saberlo. La red es
un espacio que brinda libertades y muchos sienten que no serán regañados por
papá y mamá al mostrarse de esa forma: es su escape y curiosamente su vida
real, aquella que no muestran por mostrar un personaje en la realidad y “fuera”
de ella mostrar lo que son.
Sin embargo, últimamente he estado observando con
detenimiento una conducta que está siendo cada vez más evidente: despertar en
sus conocidos y desconocidos sentimientos de lástima por situaciones
personales. Uno se puede preguntar ¿Qué busca con eso? ¿Realmente creen que la
van a ayudar personas que están a miles de kilómetros de distancia? Son muchos
interrogantes y pocas respuestas, ahí sí toca sentarlos en el diván. Pero es
curioso las respuestas que eso genera entre quienes se enteran de dichas
calamidades, siempre muestran buenas intenciones pero algo falta “Quisiera
ayudarte, pero no puedo” “Te mando fuerza, sigue luchando” todo eso desde la
comodidad de un teclado ¿Eso es lo que espera quien grita pidiendo hasta
clemencia por su vida?
Existe una enorme diferencia entre despertar solidaridad y
despertar lástima. En lo primero la persona se autogestiona y utiliza esos
medios que se le brindaron para solucionar sus problemas; en lo segundo no
existe una autogestión y, parece, que existiera un gusto al momento de recibir
tantos mensajes pero ninguna ayuda tangible para solucionar su problema.
Cada quien reconoce si es lástima o solidaridad lo que le es
despertado, es algo personal que cada persona sabe si lo que siente es una cosa
o la otra. Pero cuando existe un consenso, se reconoce a esa persona que grita
desesperadamente en una red social, que bien puede estarse riendo a los
diez minutos en otro ambiente al ver que no era tan “importante” por cuanto en
la red todo es urgente y luego deja de serlo.
¿Y los otros? Pues estarán ahí
para hacer gala de sus buenas intenciones, dándole consejos o sugerencias a
aquella persona que poco o nada hace por su vida, cuyas excusas están siempre
por encima de la solución y que siempre habrá algo más grande que se usará como
excusa a manera de sentirse siempre víctima, siempre lastimera, siempre
mendigando buenas intenciones y nunca pensando soluciones.
La segunda parte estará dedicada a la filantropía en las
redes sociales, es imposible ver una sola cara de la moneda.
1 comentario:
Esta situación ya raya en un intento desesperado por llamar la atención. Las personas con esta actitud no creo que tengan una mente sana.
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