Indignado, la nueva palabra kitsch que
se usa para parecer inteligente, nada más lejos de la realidad. Lo menciono
ante la nueva ola de manifestaciones, las cuales no son nuevas, siempre han
existido levantamientos populares, por ejemplo los que generaron la revolución
francesa en 1789, pero estos se creen los sui generis, piensan que son los
primeros en protestar, los primeros en denunciar, los primeros en incomodarse
de una realidad que siempre ha sido caótica. Les digo Indignamodados porque ese
neologismo es gracioso, por lo general suelen ser aquellos que viven
denunciando todo desde un cómodo escritorio, de la facilidad que ofrece un
I-Phone o un Blackberry, que dicho sea de paso, son servicios que al ser pagados
alimentan más al pez gordo contra el cual piensan que están rebelándose …¿Entienden
por dónde va el asunto?
No solo son indignamodados por estar cómodos,
es decir es demasiado fácil hacer de internet un tribunal fiscal donde pasan
toda clase de denuncias, me pregunto ¿Vale más denunciar en Internet que
utilizar el aparato judicial? Y porque es la nueva moda, ver a estos adolescentes
de ahora sintiéndose los rebeldes por usar la imagen de Guy Fawkes, creo que
sin saber su real origen, aunque ellos piensan que eso fue inventado para la película
de V for vendetta, lo cual no me extrañaría en absoluto. Pero el asunto de la
moda va más allá de eso, es el nuevo ser inteligente, el nuevo ser diferente a
los demás, son los que se creen con la conciencia limpia, es decir, el
lavamanos de la moral actual es autodenominarse un “indignado”.
Mejor sigo con el tema de la
indignación para no desviarme con cosas sin valor social, como lo de anonymous.
Respecto a la indignación se está tornando en una forma disimulada de tiranía social,
es decir en la cual usted, así esté lo más encabronado del mundo con el sistema
pasa a ser parte del mismo y cómplice de todo, por una sencilla razón, no tiene
twitter, Facebook o no va a las marchas que proponen. Es decir, que solo lo son
quienes le siguen el juego, y quienes no, pasan a ser automáticamente tratados
como los indiferentes, los cómplices de todos los estragos del sistema. Me
recuerdan a cierto presidente que acusaba de guerrillero a todo aquel que se
opusiera a sus ideas.
¿Cambiar el mundo? Que yo sepa el mundo
vive cambiando, es un devenir, los días no son iguales, nace gente que alegran
a unos, muere gente que entristece a otros, el asunto es que el cambio de mundo
depende solo de lo que ellos consideren que es justo, y no asumir a la
humanidad como un constante devenir, al parecer nunca supieron quien fue
Heraclito. Una cosa es que el mundo cambie y otra es hacerlo cambiar en función
de mis propios intereses y conveniencia.
Denominan como héroes a todo aquel que
simplemente sale a la calle, algunos de manera pacífica, otros de manera vandálica
que se arropan en esas nuevas causas, que no lo son tanto, recordemos Mayo del
68. Pero en cambio no es héroe aquel
padre de familia, que no tiene Internet, que vive en un barrio pobre, que
subsiste con un salario mínimo, dándole educación, comida y salud a sus hijos,
que busca darles el ejemplo del trabajo, pero ese padre de familia no es un
indignado, es un cómplice de la corrupción de todo el país, solo por una razón,
no tiene twitter y no sale a marchar.
Cito a Michel Foucault en Microfísica
del poder cuando menciona “Hay que
preguntarse si estos actos de justicia popular pueden ordenarse o no a la forma
de un tribunal. Ahora bien, mi hipótesis es que el tribunal no es algo así como
la expresión natural de la justicia popular, sino que más bien tiene por
función histórica recuperarla, dominarla, yugularla, inscribiéndola en el
interior de instituciones características del aparato del Estado” si se
toma como justicia popular el movimiento de indignados, bajo esa premisa de
Foucault, estaremos sencillamente ante otro orden, cuya coerción se inscribe en
su discurso, que es curiosamente contra lo que dicen oponerse como indignados. Intereses
de poder, por ponerlo en un lenguaje más coloquial, lo que se busca en la
legitimidad, para luego poder deslegitimar a futuros adversarios que hayan
tenido igual pasado de los que ahora son la legitimidad en un posible estado
indignado.
El tema es largo, no se acaba, es bien
sabido a nivel histórico que el oprimido pasa a ser el opresor cuando este se
legitima ante el viejo sistema derrotado, si duda de eso, lo invito cordialmente a revisar los efectos de la
revolución rusa de 1917, que entre sus múltiples causas era una oposición a la tiránica dinastía zarista de los Romanov
para luego pasar a la dinastía igual o peor de tiránica comunista hasta 1990, por no hablar de la expansión sangrienta de ese discurso en varias partes del mundo durante el siglo XX.
¿A que estamos jugando? A que se hacen los ciegos ante la historia, que es bien sabida, que la utilizan a manera de justificarse, pero el interés por un poder legitimado y coercitivo en sus propias manos, les evapora toda intención justa con la sociedad de la cual se apoyaron para llegar a sus propios fines.
¿A que estamos jugando? A que se hacen los ciegos ante la historia, que es bien sabida, que la utilizan a manera de justificarse, pero el interés por un poder legitimado y coercitivo en sus propias manos, les evapora toda intención justa con la sociedad de la cual se apoyaron para llegar a sus propios fines.
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