sábado, 7 de enero de 2012

Indignamodados


Indignado, la nueva palabra kitsch que se usa para parecer inteligente, nada más lejos de la realidad. Lo menciono ante la nueva ola de manifestaciones, las cuales no son nuevas, siempre han existido levantamientos populares, por ejemplo los que generaron la revolución francesa en 1789, pero estos se creen los sui generis, piensan que son los primeros en protestar, los primeros en denunciar, los primeros en incomodarse de una realidad que siempre ha sido caótica. Les digo Indignamodados porque ese neologismo es gracioso, por lo general suelen ser aquellos que viven denunciando todo desde un cómodo escritorio, de la facilidad que ofrece un I-Phone o un Blackberry, que dicho sea de paso, son servicios que al ser pagados alimentan más al pez gordo contra el cual piensan que están rebelándose …¿Entienden por dónde va el asunto?

No solo son indignamodados por estar cómodos, es decir es demasiado fácil hacer de internet un tribunal fiscal donde pasan toda clase de denuncias, me pregunto ¿Vale más denunciar en Internet que utilizar el aparato judicial? Y porque es la nueva moda, ver a estos adolescentes de ahora sintiéndose los rebeldes por usar la imagen de Guy Fawkes, creo que sin saber su real origen, aunque ellos piensan que eso fue inventado para la película de V for vendetta, lo cual no me extrañaría en absoluto. Pero el asunto de la moda va más allá de eso, es el nuevo ser inteligente, el nuevo ser diferente a los demás, son los que se creen con la conciencia limpia, es decir, el lavamanos de la moral actual es autodenominarse un “indignado”.

Mejor sigo con el tema de la indignación para no desviarme con cosas sin valor social, como lo de anonymous. Respecto a la indignación se está tornando en una forma disimulada de tiranía social, es decir en la cual usted, así esté lo más encabronado del mundo con el sistema pasa a ser parte del mismo y cómplice de todo, por una sencilla razón, no tiene twitter, Facebook o no va a las marchas que proponen. Es decir, que solo lo son quienes le siguen el juego, y quienes no, pasan a ser automáticamente tratados como los indiferentes, los cómplices de todos los estragos del sistema. Me recuerdan a cierto presidente que acusaba de guerrillero a todo aquel que se opusiera a sus ideas.  

¿Cambiar el mundo? Que yo sepa el mundo vive cambiando, es un devenir, los días no son iguales, nace gente que alegran a unos, muere gente que entristece a otros, el asunto es que el cambio de mundo depende solo de lo que ellos consideren que es justo, y no asumir a la humanidad como un constante devenir, al parecer nunca supieron quien fue Heraclito. Una cosa es que el mundo cambie y otra es hacerlo cambiar en función de mis propios intereses y conveniencia.

Denominan como héroes a todo aquel que simplemente sale a la calle, algunos de manera pacífica, otros de manera vandálica que se arropan en esas nuevas causas, que no lo son tanto, recordemos Mayo del 68. Pero en cambio  no es héroe aquel padre de familia, que no tiene Internet, que vive en un barrio pobre, que subsiste con un salario mínimo, dándole educación, comida y salud a sus hijos, que busca darles el ejemplo del trabajo, pero ese padre de familia no es un indignado, es un cómplice de la corrupción de todo el país, solo por una razón, no tiene twitter y no sale a marchar.

Cito a Michel Foucault en Microfísica del poder cuando menciona “Hay que preguntarse si estos actos de justicia popular pueden ordenarse o no a la forma de un tribunal. Ahora bien, mi hipótesis es que el tribunal no es algo así como la expresión natural de la justicia popular, sino que más bien tiene por función histórica recuperarla, dominarla, yugularla, inscribiéndola en el interior de instituciones características del aparato del Estado” si se toma como justicia popular el movimiento de indignados, bajo esa premisa de Foucault, estaremos sencillamente ante otro orden, cuya coerción se inscribe en su discurso, que es curiosamente contra lo que dicen oponerse como indignados. Intereses de poder, por ponerlo en un lenguaje más coloquial, lo que se busca en la legitimidad, para luego poder deslegitimar a futuros adversarios que hayan tenido igual pasado de los que ahora son la legitimidad en un posible estado indignado.

El tema es largo, no se acaba, es bien sabido a nivel histórico que el oprimido pasa a ser el opresor cuando este se legitima ante el viejo sistema derrotado, si duda de eso, lo invito cordialmente a revisar los efectos de la revolución rusa de 1917, que entre sus múltiples causas era una oposición a la tiránica dinastía zarista de los Romanov para luego pasar a la dinastía igual o peor de tiránica comunista hasta 1990, por no hablar de la expansión sangrienta de ese discurso en varias partes del mundo durante el siglo XX.


¿A que estamos jugando? A que se hacen los ciegos ante la historia, que es bien sabida, que la utilizan a manera de justificarse, pero el interés por un poder legitimado y coercitivo en sus propias manos, les evapora toda intención justa con la sociedad de la cual se apoyaron para llegar a sus propios fines. 

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