jueves, 1 de febrero de 2018

Al vacío.


Una tarde caía, como cualquier otra en un martes de 1991, de manera lenta, llena de un cielo amarillo que se tornaba naranja a medida que el día moría al igual que ella. Era una alfombra naranja de fondo, con entrada a un sepulcro que se había dado por adelantado. No moría en una agonía, sino de una manera que no preveía, pero que en el fondo anhelaba a sus cortos ocho años de edad. No le pesaba pensar en el llanto de su mamá, ni en la posible despreocupación de su papá al verla muerta. No le pesaba la idea de estar sola en su cuarto, montada sobre los tacones de charol de su mamá, aquellos que solía ponerse cuando se quedaba sola en su cuarto. Pensaba una y otra vez en sus amiguitos, en quienes la conocían y por lo menos sabían su nombre.

Las paredes azules del cuarto de sus papás, mientras se miraba al espejo buscando apretar el collar que se ponía para verse un poco mayor al momento de suicidarse. Sus manos eran frágiles y delicadas, pero lo suficientemente fuertes como para matar a su gato hace quince días, aquel que necesitaba ver morir para sentirse más triste aún: a falta de motivos se fabrican.

Le pesaba la vida a su corta edad, el viento atravesaba su rubio pelo como navajas que le cercenaban una y otra vez su voluntad, esa pequeña voluntad que tempranamente empezaba a despertarse, para al tiempo poder morir. El vacío era aquel espacio en el cual buscaba existir, sentía que cada vez que jugaba a dejar de respirar era un leve ensayo sobre estar muerta.

Quería estar muerta, podía estar muerta y debía estar muerta. No entendía la vida, pero sí la muerte, pensaba en ser perdonada por ese señor de barba que se había llevado a su hermanito a los quince días de haber nacido. Para querer la muerte no hace falta despreciar la vida, pueden coexistir sin mayor conflicto.

La altura de los tacones de la mamá no le daba la suficiente altura para buscar la ventana de aquel décimo piso. Buscó afanosamente aquel taburete donde solía ver a su mamá maquillarse en frente al espejo, aquellas veces en que la mamá disimulaba sus ojos cansados de tanto llorar y de sufrir.

Con los nervios de una travesura previa, se puso aquel vestido de terciopelo que tanto le gustaba de su mamá, con las manos temblorosas se puso un poco de labial rojo, tal vez para disimular la sangre que pronto saldría de su boca, se paró sobre la ventana y solo pensó: allá voy, hermanito.

1982 – 1991.


miércoles, 25 de octubre de 2017

La trampa

La comunicación y los imaginarios lo soportan todo en este mundo y más desde que el humano es humano: desde la cultura en sí. El lenguaje y la comunicación permiten crear lo que bien se nos antoje, atravesado por las diversas formas de coerción que existen en la actualidad y la política no es ajena a ello.

Sería bueno pensar ¿Qué tanto el astuto finja ser un idiota para conseguir otros fines y los idiotas sean los que se creen astutos y caen en el juego de los primeros? Personas como Alejandro Ordóñez y Maria Fernanda Cabal son más inteligentes de lo que se puede creer. Al primero le buscan la lengua para decir que quemar libros es un acto pedagógico, a la segunda la agarran diciendo cosas como que el comunismo es la forma más salvaje de capitalismo y demás pilatunas. Pensemos un momento ¿Qué buscan con eso? ¿Por qué buscan provocar a la opinión pública, de los que se dicen ser los informados y consumidores de medios? Se pueden pensar en mil respuestas, pero al menos yo lo veo de esta manera: jugar con las percepciones que tienen de ellos como los brutos y los otros como los inteligentes, por ende les tiran la pelotica para que jueguen con ella, mientras ellos buscan más votos porque no tendrán a los informados detrás de ellos por estar haciendo mofa de sus chascarrillos.

Puede ser una explicación ridícula, pero pensemos lo que pasó en agosto en 2016 con el tema de las dichosas cartillas de “ideología de género” mientras Ordóñez y la Cabal decían sus “argumentos” quienes se oponen a ellos, se dedicaron a indignarse, a expresar su descontento. ¿Mientras tanto? Padres, profesores, estudiantes y demás asociaciones fueron nutriéndose y el resultado fue atronador: no menos de 50mil personas rebosaron la plaza de la paz en Barranquilla, en un río humano que sobrepasaba las ocho cuadras a la redonda. ¿Lograron su cometido? Por favor.

La estrategia se repite en 2017 en miras de las elecciones de 2018: una periodista le pregunta directamente a Ordóñez si volvería a quemar libros, a lo que él responde que sí. Paremos un momento en esta situación. ¿Qué otra respuesta buscaba Yolanda Ruíz? ¿No sabe ella quién es Ordóñez? ¿Fue inocente? ¿Le entra al juego para generar la provocación? Eso solo lo sabrá ella. Pero no deja de ser curioso que la comunidad informada se quede analizando tal respuesta provocadora y no se inquiete siquiera por saber si ese señor propone algo para la economía o algo en miras de su campaña o lo peor de importa ¿Le importa a los periodistas de los grandes medios? Acá es donde me empieza a oler una compinchería toda rara.

¿La Cabal? Es otra, sus tweets sobre García Márquez, sobre temas como la ideología de género, de tomarse fotos con el pastor aquel y demás situaciones que suscitan opiniones viscerales entre sus opositores, quienes asumen un rol de indignados, de insultar (aunque es chistoso hacerlo) pero mientras pocos se burlan y hacen mofa: ella conquista a otros miles para sus fines, que si bien no tiene votos para ella en persona, sí los busca para una causa más grande.


¿Son ellos los ignorantes? 

martes, 27 de septiembre de 2016

Voto y posibilidades

Era hora de retomar escribir acá y no es para menos. La coyuntura actual del país impide ser indiferente por lo que se va a jugar en las urnas este 2 de octubre. Soy muy honesto: soy un escéptico en todo, no puedo tener un escepticismo selectivo según la situación o según mi conveniencia y esta vez no será la excepción, sin embargo tengo tres escenarios:

Votar SÍ.

Si voto por el SÍ lo haría con la convicción que esto sea sostenible, que Colombia no vuelva a tener épocas tan nefastas como entre 1996 y 2001, en que literalmente era un infierno. Votaría SÍ para que las condiciones que generen otro conflicto armado no se vuelvan a repetir. Votaría SÍ para mucha gente tenga oportunidades de volver a sus tierras y poco a poco restaurar la vida para las futuras generaciones, en las que las heridas no estén tan abiertas como hoy en día. Votaría SÍ no para estar en contra de Uribe (y miles están viéndolo así) sino para respaldar un esfuerzo que se está viendo un poco menos insostenible en comparación a otros y que está siendo vigilado por al comunidad internacional.

Votar NO.

Si voto NO, lo haría porque no me cuadra la cantidad de burocracia que se va a formar después de los acuerdos, fondo de esto, fondo de lo otro, y acá el dinero público es la carnada de los corruptos, de los contratos, de los carruseles, del despilfarro. Votaría NO porque el asunto del narcotráfico sigue igual, por más que las Farc denuncien rutas y demás, no se sigue tratando el asunto de las drogas como algo de salud pública, es seguir buscando la fiebre en las cobijas. Votaría NO, porque en este mismo instante las Farc NO están desarmadas y si bien el desarme será gradual, aún tienen las armas en su poder. Finalmente votaría NO ante una declaración nefasta de Juan Manuel Santos en que fue claro en decir: o votan sí o habrá guerra urbana, que es peor que la rural.

No votar.

¿Cobardía? No creo, porque muchos personajes han vuelto el SÍ y el NO como un conflicto de lealtades entre egos de personas como Uribe y Santos. No votaría porque no quisiera que mi voto sea una estadística en la que el SÍ lo asuma Petro como un respaldo a llamar una nueva constituyente; que Uribe lo asuma como un rechazo a que venga el castrochavismo; y que Santos lo tome como un baño de popularidad.

Sin embargo, hay un punto de quiebre…y sería el siguiente ¿Cómo desligar la voluntad del voto y la elección de los intereses que están rodeando los votos de plebiscito? ¿Cómo evitar que, un ejercicio libre y crítico al momento de votar, no termine siendo usado a favor de causas que uno no apoye? ¿Cómo dejar de ser un número más?

¿Y ud? ¿Votará libre?





jueves, 26 de mayo de 2016

Hilo de sangre

Del primer corte la coagulación.
Siendo hermana bastarda de la emoción.
Del piso teñido de escarlata.
De aquella larga y en vano caminata.

Siendo la agonía un señuelo para revivir.
Volviéndose una espera agitada.
Regresando de nuevo a la nada.
Atrasando el tiempo para morir.

Vacío que se convierte en universo.
Un agujero que absorbe los suspiros.
Una galaxia de cenizas.
Volverlo un despierto de despedidas.

Esperas sin regreso.
Circunstancias incompatibles.
Tiempo sin dedicar.
Canciones sin cantar.

Amar porque te aman.
Suplicar no perder aquel amor.
Del cual no se siente.
Sino solo culpa al sentirlo perder.

jueves, 11 de febrero de 2016

Esa tal friendzone no existe.



La tal friendzone, por la que muchos han venido sufriendo, llorando, maldiciendo y demás, es algo tan imaginario como papá Noel o un político honorable. La friendzone es definida, a grosso modo, de la siguiente manera: lugar en el que una persona que nos despierta sentimientos, pero que no siente lo mismo por uno, conllevando a una sensación de humillación y derrota personal…suele afectar más a hombres que a mujeres en una proporción de 10 a 2 por un estudio realizado por el instituto triangulo de su sede en la Avenida Caracas en Bogotá.

¿Es obligación que sientan por uno lo mismo que uno siente por esa persona? La respuesta es básica y elemental: NO. ¿Pero, por qué les raya tanto a muchas personas? ¿Por qué tanto drama? La respuesta es un poco más extensa y radica en que una persona asume sus sentimientos como únicos y especiales, asumiendo que es aquello que ESA persona necesita, lo que creen que nadie más puede darles, solo y nada más que ellos. Lo cual es un delirio, porque eso implica inventarle necesidades a otra persona…ahora que lo pienso, es hasta abusivo.

La friendzone solo existe en la cabeza de quien asuma que toda persona que conozca debe ser su pareja. Esto es un secreto a voces, pero al tiempo un tabú. Solo quien asuma que todas las viejas se lo tengan que dar, corre más riesgo de vivir en la friendzone porque adopta conductas dignas de un baboso: como decirle mi amor a la que conoce hace tres días o montarle cara al verla con sus amigos. Creyendo que es un caballero de esos que ya no existen, emprende una patética campaña de mostrarse como el hombre modelo, el non plus ultra, la ultima eyaculación de Hércules. Creyendo que con eso la fémina que busca un caballero (el que ella quiera, no el baboso) va a caer rendida ante los encantos de un chayanne de tienda que vive practicando la paja al blanco en el baño de su casa.

La friendzone no existe porque es algo que cada quien se inventa en su cabeza y se la inventa porque creen que nadie se puede resistir a sus encantos y que todos deben verlo como alguien especial, con un cuerpo perfecto, un alma perfecta y siendo esa misma patética canción el himno de tal patria imaginaria llamada Friendzone.

Entrando en la desmitificación de tal palabra o lugar, según dicen, es que nadie está obligado a corresponderle nada, no tiene derecho a reclamar nada (en caso que haya sido víctima de gente que ilusiona de gratis) no tiene derecho a decir algo sobre esa persona, ni mucho menos hablar mal de esa persona, porque ese es el diploma que lo termina titulando como un perfecto imbécil. Entre más se ilusione en vano, más estará en la friendzone; porque solo en su cabeza cabe la idea que por el hecho de ser usted se lo tienen que dar.

Retírese con dignidad…si es que la tiene.

Pdta: La friendzone no existe, son solo sentimientos no correspondidos.