Cada acorde salido de tu voz, era un segundo que no avanzaba, las manecillas no se reflejaban en el piso y la sombra. Era una estado de constante agonía, de una espera que se refugiaba en prosas vacías y en canciones aún por escuchar, en recuerdos que solo se quedaron en sueños y sueños que serán vanos recuerdos en la desidia de un nuevo horizonte. No era solamente un silencio cómplice en un ambiente cerrado, lleno de sombras de pasados, de luces de nostalgia, sino que era una sinfonía de miradas ubicadas entre los espirales de claridad que salen de una luna amarilla de septiembre.
Constantes búsquedas de una respuesta ante una pregunta meditada, era más lento el tiempo en decirlo y muy veloces las horas de tu silencio, no habían razones para preocuparse luego, fueron palabras sin el eco deseado, sin la acústica que se soñaba tener en el fondo de tu alma. Ahora queda el camino trazado con las migajas de ilusiones regadas en un piso sin caminar, de retornar al punto donde aún no habían ilusiones, donde la nada se posaba como el mejor espacio para estar, ausencia de inspiración y constante trabajo del pensamiento caprichoso del cual llegaste a adueñarte sin darte cuenta, y que abandonaste simplemente ignorándolo.
Las lineas unidas a través de palabras carentes de emoción, simples sonidos que por inercia llegan a hacer sonido, pero que ante la indiferencia se diluyen como el agua a través de unas manos cansadas de escribir, de un momento efímero que buscará repetirse en los atardeceres que no volverán, en las lunas ocultas por las nubes y atravesadas por un prisma multicolor que solo es observado a través de unos ojos ilusionados, proyectando el iris al firmamento y estampando la firma de otra noche solitaria en medio de la confusión, el bullicio y la indiferencia de la ciudad.
Figuras proyectadas en unas sombras ya existentes, que como estrellas fugaces por la madrugada no son apreciadas, solamente imaginadas en mares de alcohol y nicotina, a través de una boca sedienta de besos carnales, pero que reemplaza las sensación física por la espiritual, elevándose hacía un mundo donde las estrellas son como pompas de jabón, donde la luna se torna áspera y donde las nebulosas son sabanas con las que soñaba arroparme contigo en medio de un viaje de emociones, hasta perder la conciencia de una tierra cada vez hostil.
Días con colores, el arcoiris en un resplandor constante del agua secándose en la calle, de unas gotas que simularon ser lágrimas, de unos olvidos que pretendían ser recuerdos, despojando de la memoria aquellas tenues huellas que tus ojos crearon, que tus palabras formaron texturas que cambiaban el lente, la forma de ver las cosas. Lentamente se separa la luna del sol, y lentamente el sol se asoma por una ventana, presagiando una mañana gris, un sol de agua, unas nubes calurosas, y en el rocío de la ventana escribo tu nombre, para hacerme creer que te soñé alguna vez.
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