La comunicación y los imaginarios lo soportan todo en este
mundo y más desde que el humano es humano: desde la cultura en sí. El lenguaje
y la comunicación permiten crear lo que bien se nos antoje, atravesado por las
diversas formas de coerción que existen en la actualidad y la política no es
ajena a ello.
Sería bueno pensar ¿Qué tanto el astuto finja ser un idiota
para conseguir otros fines y los idiotas sean los que se creen astutos y caen
en el juego de los primeros? Personas como Alejandro Ordóñez y Maria Fernanda
Cabal son más inteligentes de lo que se puede creer. Al primero le buscan la
lengua para decir que quemar libros es un acto pedagógico, a la segunda la
agarran diciendo cosas como que el comunismo es la forma más salvaje de
capitalismo y demás pilatunas. Pensemos un momento ¿Qué buscan con eso? ¿Por
qué buscan provocar a la opinión pública, de los que se dicen ser los
informados y consumidores de medios? Se pueden pensar en mil respuestas, pero
al menos yo lo veo de esta manera: jugar con las percepciones que tienen de
ellos como los brutos y los otros como los inteligentes, por ende les tiran la
pelotica para que jueguen con ella, mientras ellos buscan más votos porque no
tendrán a los informados detrás de ellos por estar haciendo mofa de sus
chascarrillos.
Puede ser una explicación ridícula, pero pensemos lo que pasó
en agosto en 2016 con el tema de las dichosas cartillas de “ideología de género”
mientras Ordóñez y la Cabal decían sus “argumentos” quienes se oponen a ellos,
se dedicaron a indignarse, a expresar su descontento. ¿Mientras tanto? Padres,
profesores, estudiantes y demás asociaciones fueron nutriéndose y el resultado
fue atronador: no menos de 50mil personas rebosaron la plaza de la paz en
Barranquilla, en un río humano que sobrepasaba las ocho cuadras a la redonda.
¿Lograron su cometido? Por favor.
La estrategia se repite en 2017 en miras de las elecciones de
2018: una periodista le pregunta directamente a Ordóñez si volvería a quemar
libros, a lo que él responde que sí. Paremos un momento en esta situación. ¿Qué
otra respuesta buscaba Yolanda Ruíz? ¿No sabe ella quién es Ordóñez? ¿Fue
inocente? ¿Le entra al juego para generar la provocación? Eso solo lo sabrá
ella. Pero no deja de ser curioso que la comunidad informada se quede
analizando tal respuesta provocadora y no se inquiete siquiera por saber si ese
señor propone algo para la economía o algo en miras de su campaña o lo peor de
importa ¿Le importa a los periodistas de los grandes medios? Acá es donde me
empieza a oler una compinchería toda rara.
¿La Cabal? Es otra, sus tweets sobre García Márquez, sobre
temas como la ideología de género, de tomarse fotos con el pastor aquel y demás
situaciones que suscitan opiniones viscerales entre sus opositores, quienes
asumen un rol de indignados, de insultar (aunque es chistoso hacerlo) pero
mientras pocos se burlan y hacen mofa: ella conquista a otros miles para sus
fines, que si bien no tiene votos para ella en persona, sí los busca para una
causa más grande.
¿Son ellos los ignorantes?
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