lunes, 10 de octubre de 2011

Libertad locura y diagnostico

La forma en que una persona establece una relación con el medio que lo rodea, significa que este no se encuentra apartado del mundo, que no es un ente apartado de los demás, sino que es un ser que constantemente se encuentra en un proceso de introspección, de una mirada dentro de sí que le sirve como una orientación hacia la forma en que comprende el mundo que lo rodea, acá es importante mencionar un termino que se encuentra estrechamente relacionado con lo anterior, tal como lo es el termino de libertad, la cual seria definida como la capacidad que tiene una persona de romper con su orden simbólico, a aquello que lo hace entrar forzadamente a un sistema de control social.

Precisamente esa capacidad de cambiar el mundo simbólico se encuentra notablemente limitada en aquella persona considerada como loca o anormal, entonces el loco no puede ser libre al ser incapaz de poder trasgredir aquel orden al que se encuentra inmerso, de una ruptura de aquello que constantemente se presente en una persona considerada como loca o enferma. Por eso el loco no puede ser libre, incluso el autor del libro manifiesta que la misma enfermedad radica en la imposibilidad de ser libre, entonces siguiendo un orden de ideas, se puede establecer que la persona enferma por no ser capaz de ser libre.

Es así como el aparato psiquiátrico, e incluso también podría ser llevado a la psicología, consiste en ver como la psicología está siendo usada para unos fines de control social, donde el psicólogo clínico, en su contacto con la intimidad del paciente, se convierte en el poseedor de una verdad, y por tanto de un poder, que le concedería cierta autoridad dentro de una sociedad, y es precisamente ese aspecto lo que el psicólogo dentro del énfasis clínico debe estar siempre pendiente, que sepa hasta que momento le está haciendo un beneficio al paciente o uno a una sociedad que buscaría por todos los medios controlar el comportamiento de las personas.

Es por eso que se hace necesario que el psicólogo clínico conozca su verdadero rol y esté consciente del poder que ejerce, el cual debería estar orientado hacia la intervención del paciente y de sus síntomas, dicho poder provee al psicólogo clínico la capacidad de incidir en el futuro cambio del paciente respecto a su mejora de sus síntomas a partir de incentivar desde el mismo paciente y en la forma en que el psicólogo clínico se convierte en un elemento fundamental dentro de ese proceso de mejoría en los síntomas del paciente, con lo cual se establece una forma de analizar desde el ejercicio de la psicología la manera en que el control social hace su aparición dentro de determinadas disciplinas encargadas del estudio del ser humano. Concluyendo la idea del primer interrogante, si no es libre, se está enfermo, se está enfermo por no ser libre, entonces la relación entre libertad y locura están medidas en la forma en que la libertad sería tomada como un factor de salud mental y una forma de manejo subjetivo acorde a la constante evolución de la persona en relación con la naturaleza que lo rodea.

Respecto a la situación de las instituciones encargadas de la reclusión de los denominados “enfermos mentales”, teniendo en cuenta el momento en que se escribió el libro, año de 1983, y por lo descrito por el autor, se puede ver un manejo netamente de carácter paternalista del enfermo mental, tratándosele como un total incapaz, incluso hasta de enloquecer por sí mismo, situando el hospital mental en los tiempos en que se escribió el libro como aquellos relatos del abordaje místico de la enfermedad mental en los siglos XVIII, situaciones como los choques eléctricos, el trato despectivo y menospreciado, no es que se igualen las condiciones a las del siglo XVIII, sino que se pudo observar un manejo del paciente mental como si se tratase de una “bestia” que debía ser domada de la manera que fuera conveniente sin escatimar gastos, el fin justificando los medios dentro de la psiquiatría de los tiempos que trata el autor su obra.

Relacionado con la situación actual, casi veinticinco años después, se puede observar un poco mas flexibilidad en los programas destinado a la atención de algunos casos de enfermedad mental, sería iluso pensar que en todos, en los cuales a través de programas como Hospital Día se ha buscando un manejo de la enfermedad sin necesidad del confinamiento a un cuarto pálido donde las paredes solo servirían para la expansión de los síntomas, derivada de una ausencia total de afecto por parte del personal encargado del cuidado del enfermo.

A su vez que el tratamiento ambulatorio de algunos casos en los cuales exista un compromiso integro del núcleo familiar del paciente, de esta manera relacionándolo con lo relatado con el autor del texto guía, se puede observar un ligero cambio en la forma de tratamiento de la enfermedad mental, sin que tampoco sea considerada una panacea debido a que el control por parte del aparato medico-psiquiátrico no ha cambiado su dirección, sino que ahora de una forma mas sutil busca la dominación del aspecto intimo de la persona, lo cual llevaría consigo a la creación, no tanto de celdas de concreto en un hospital mental, sino celdas internas que terminen restringiendo a una persona de sus sentimientos mas subjetivos y singulares.

La relación entre diagnostico y moral según el autor, se basa en que el diagnostico parte de una trasgresión a unas normas morales establecidas, entonces el diagnostico buscaría por todos los medios posibles salvaguardar aquella moral constituida por el modo de control social en que se encuentre una persona que manifieste algún síntoma de carácter psiquiátrico, entonces se estaría hablando de una moral creada de la misma forma que el diagnostico, debido a que se diagnostica todo aquello que vaya en contra de la moral, y para que exista eso, debe haber un “consenso” sobre la forma en que se establece un tipo de moral determinada dentro de una sociedad, como si se tratase de una enumeración a dos columnas, en la que cada una tenga las siguientes palabras “Moral” en dicha lista se enmarcaría lo que se esperaría de una persona, su comportamiento, la forma en que se debe comportar, y en la otra una columna que diga “Diagnostico” que busca, a partir de la trasgresión de la moral enumerar cada uno de aquellos comportamientos que van en contra de aquello que busca establecerse dentro del discurso medico-psiquiátrico.

Entonces ambos términos, moral y diagnostico, se relacionan en la medida que uno le favorece al otro al establecimiento de lo normal y lo anormal, en tanto cumpla las directrices emanadas del discurso medico-psiquiátrico y no presente alteraciones de ningún tipo se le consideraría a una persona con una alta y adecuada moral. En cuanto no las cumpla, aparece el diagnostico, como en una especie de castigo, para que la persona se introduzca dentro de aquellos que trasgredieron la moral, un enfermo mas que no se ajustó a la moral creada, pero que si se encuentra bajo un fuerte diagnostico en el cual se verían limitadas sus posibilidades de cambio, como la libertad, considerándose incapaz de conducir su propio mundo subjetivo hacia aquello que le permitiría bienestar, por estar inmerso en una realidad originada por la moral que no se cumplió y por el diagnostico efectuado por no haberla cumplido.

"Ensayo basado en el libro Libertad y Locura, de Luis Carlos Restrepo"

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