viernes, 16 de septiembre de 2011

Eclipse en la pared.

Pálida como la luna se asoma ante un sol de indiferencia y parsimonia, llegándole sin saber, arrebatandole de su ser aquel sueño claro para tornarlo oscuro, en la incertidumbre del sentimiento, de la inundación de emociones en un río parco y oscuro habitado solo por las sombras del ayer, de aquellas nostalgias que no quieren morir, que se resisten ante la ilusión de nuevos besos y compañía. Pero no basta, así como moribunda es la nostalgia, así llega como un rayo fulminante el deseo en uno bellos ojos avellana, en un cabello que friza una cintura definida, en un aire juvenil, en un alma joven, pero que ya conoce el dolor del amor y de la pesadez de la existencia.

Así como la luna tapa el sol, volviendo el día en noche, intensamente, como las olas bajo la influencia de la luna, pero fugaz, pasajero, minuto en los que se siente mas cerca el final inevitable, lejos de la vida, con esa misma intensidad el sol vuelve a su brillo, aunque solitario, sigue brillando, y aquella hermosa luna avellana se aleja lentamente hasta que otra luna, tal vez con otra forma, llegue a eclipsar por un momento aquella almohada que llevó a soñarte varias veces. El resistir a despertarse, a ver de nuevo un día, se hizo lejano ante tu presencia, solo queda ver como lloran las paredes que, al parecer, tienen mas sentimientos atorados en esas largas noches de insomnio.

Paredes que aparentan en su humedad del invierno, unas lagrimas suplantadas, un cementerio de añoranzas y de miedos escondidos por mucho tiempo, figuras que parecen sagradas, rostros dibujados por una humedad que espera secarse bajo la tierra, en la tranquilidad de una oración, en un epitafio, o en simplemente en un adiós sin planearlo, solo dejarlo ser en medio de una compañía toxica, en algo que no tiene punto de unión duradera, sino en breves momentos de ilusión en la total oscuridad del ser, donde los besos son reales y el afecto es imaginario, ahí donde se revive temporalmente para luego volver al mismo sitio...sin sobresaltos.

Ahora en las frías paredes, en medio de desconocidos, apareces tu, como un cuadro mas en medio de la galería del recuerdo, que pasaran al olvido a medida que las hojas de las viejas poesías se marchiten junto a la madera, y la tinta, al igual que la sangre necrosada en la ropa dentro del ataúd, sean testigos que nunca te olvidé y que será perenne el recuerdo en lugares inertes.

Feliz día del amor y la amistad.

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