Afanosa y presurosa sonrisa, aquella que escondes detrás del mutismo de tus labios. Sin saber que dices y tampoco sin imaginarme que vas a decir, en ocasiones imagino la melodía de tus palabras en una imaginación que te dibuja en cualquier lugar de esta diminuta ciudad. Sé que el tiempo sabrá borrarte de los sueños, el problema es ver marcar los minutos al compás de tus palabras, de aquella compañía que hizo temporalmente dejar la soledad a un lado, pero que ahora se apodera acompañada de tu presencia mientras lentamente formas parte de un pasado, que podrá repetirse en otra silueta de mujer.
El devenir de otra inspiración temporal, tal vez dure más o un poco menos que tu sonrisa, me hará sentir que las musas no van y vienen, sino que viven dentro, reflejándose en ojos desconocidos que logren robar la inspiración, que así como tus ojos lo fueron, lo podrán ser otros. Ese es el consuelo de quien solo expresa emociones y pensamientos al vacío, o tal vez sea la recompensa a una inspiración inventada en sentimientos de papel y lágrimas inventadas en el amanecer, imaginando la ausencia y viviendo la presencia, viceversa.
No puedo buscarte si has decidido no volver a encontrarme, en el humo que sale de cada cigarrillo de noche, ni en el agua que deja la lluvia sobre la arena del mar, donde varias veces dibujé tu rostro con mis dedos temerosos, esperando que una ola simplemente te borrara de ese mural de amor colectivo que es el mar. Ahí en ese mar donde varias veces, al atardecer, soñaba con pintar tus labios con los colores del cielo, y que tu cabello estuviera adornado por las más hermosas olas espumosas del mar, convirtiéndote en el ocaso del último rayo del sol reflejado sobre el agua. Para luego esperar dormir en la luna, triturando el planeta para luego envolverlo en una nube, para fumarlo y ver salir de ti el humo cósmico que nos abrigará durante esa larga noche, antes que el sueño me haga querer hacerte despertar de nuevo.
Lo bello que es extrañarse sin esperarse, de esperarse sin soñarse mutuamente, sin soñar de nuevo con otra estrella que acompañe mis dedos para seguir escribiendo, dibujando sentimientos con palabras y expresándolos a otro corazón, que también ha de irse de mí, y yo de él.
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