Las relaciones humanas son algo complicadas, digo algo porque de
ponerse uno en la posición de ponerle misterio a todo se llegan a descuidar
cuestiones demasiado obvias que nos muestran realmente como son las cosas. Creo
que a veces las palabras nos condicionan, todo aquello que vemos
complejo, difícil imposible y demás solo pueden ser resistencias a
conocerlas, a ponerle la razón a lo que sucede y vemos que eso que era complejo
de saber, era solamente una falacia y todo termina cayéndose por su
propio peso.
Por tanto ni el amor y la amistad son exentas a eso,
no es que se deba caer en un mecanicismo que le reste importancia a muchas
cosas, como a los sentimientos, pero tampoco es sano caer en un juego de no
saber absolutamente nada y creerse solamente una víctima de las circunstancias que,
a veces, nosotros mismos generamos, no queremos ver y luego nos queda más fácil
culpar al otro. De eso se trata el asunto, de desmitificar aquello que creemos
incomprensible en nuestro ser, que sabemos pero no queremos saber; que sabemos
pero no sentimos y que sentimos pero no sabemos.
El saber
que no se quiere saber, es eso que decimos muchas veces con el consabido “Yo sé”
repetimos incesantemente para absolutamente nada, porque realmente no queremos
saber, porque ese “Yo sé” enmarca una falsa sensación de controlar una
situación ¿Sí se controla que necesitamos afirmar que la sabemos? Se entiende
desde un punto meramente lógico pero no sincero, una cosa es la lógica y otra
es la verdad. Sí, es lógico lo que pasa que esa persona no cambiará, que
seguirá tratándote igual, es palpable ¿Pero se es sincero al decir que se sabe
mientras se sigue cómodo? No nos echemos mentira, caemos en la falsa seguridad
de las palabras para huirle a la realidad de los sentimientos.
El saber
pero no se siente va de la mano con lo anterior, empieza cuando se pretende
sentir a través de los sofismas propios, cuando aparecen las justificaciones y
no las comprensiones, cuando la explicación termina volviéndose en una
compinchería con aquella persona que, así nos duela aceptar, solo busca
destruirnos por dentro. ¿Por qué no? Es momento de humanizar todo esto, no se
pueden aceptar cuestiones perjudiciales para la propia vida solo porque “carezcan”
de explicación, que las cosas son CAUSALES y no casuales, que tienen un efecto
y que ese efecto a su vez genera una causa, está en uno mismo permitir
conocerse más o bien dejar que el otro sea quien imponga sentimientos,
pensamientos, recuerdos e incluso la estima propia.
Sentimos y
no sabemos, pasa todo lo contrario a lo anterior y es igual de perjudicial
porque tiene como trasfondo esa ilusión de “complejo” de los sentimientos,
cuando las lágrimas, sonrisas y demás son las mismas y las podemos ver en el
espejo. Acá opera otro sofisma según el cual todo conocimiento mata el
sentimiento ¿Y si al saber terminas queriendo más? Por tanto no es garantía
de nada, porque así como muchos saben lo que es el otro y sigue ahí ¿Por qué
habría de cambiar en sentido opuesto? No son laberintos, no son jeroglíficos,
son nuestras propias ideas que nos hacen pensar muchas cosas, aprendizajes por
terceros o solamente miedo a conocer una verdad que no queremos saber, por eso
son tan cómodas las mentiras.
No es ser
insensible, es simplemente saber lo que siente, sentir lo que se sabe y actuar
en función de eso, tal vez el sentimiento sea más sincero, el saber más
temporal y nuestras relaciones un poco menos traumáticas, dolorosas y sobre
todo menos “complejas” porque vemos que son más las cosas que dependen de uno
mismo en comparación a aquellas que pensamos que no. Por eso es importante tener
en cuenta la máxima socrática “Conócete a ti mismo” con eso evitamos que sea el
otro que nos llegue, incluso, a crearnos una vida que no precisamente es la que hemos vivido.
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