Arrojada a un mundo desconocido, que apenas podía
entender en los ojos de los adultos que no la entendían o que simplemente la
ignoraban. No era asunto de ella lo que los otros hicieran, el problema que de
actos desentendidos de su voluntad fueron los mismos que terminaron por acabársela
por completo. El deseo de su vida es inmediato, si vivía o moría en un parpadeo
no le importaba, pero la idea de morir en plena contemplación le aterraba.
No era fue fácil cuando su vida cambiaba sin que
lo supiera, inocente de todo sufría en soledad todo aquello que no comprendía,
ni lo que sus seres queridos hacían en silencio con ella. Creyéndola siempre
inocente de todo, como si fuera un ser inerte despojado de emociones, no le
tocaba inventarse los sentimientos, porque se los imponían con cada acto que
ella no entendía en su vida. Podría pasarse horas tratando de armar de nuevo en
su rompecabezas, cuyas fichas siempre iban a estar incompletas, aquellas que
tenían imágenes de felicidad y plenitud, recuerdos que nunca se dieron y solo
desgracias en su vida se repitieron.
Como un cristal roto contra el piso, al tratar
de unirlo le implicaba herirse de a pocos. Buscando verse reflejada de manera
fragmentada, dividida, toda su unidad de vida se unió con partes y no como eso
que ella quiso, con ese todo que la hiciera feliz. Optaba por dejar de cortarse
sus delicados dedos o de intentar seguir pegando aquel cristal con su sangre. Un
poco de color en su vida no estaba de más.
Lejos quedaba de eso que la rodeaba, que no quería
tener pero que la vida se encargaba de dárselo ¿Adelantar lo inevitable?
¿Pensar en agotar la desgracia rápida para un futuro? No lo sabía, su mente aún
trataba de conformar el amor en los besos de Barbie con Kent, en los recortes
de las revistas, un amor al estilo de ella, no ella para el estilo del amor. Sus
lágrimas recorrían siempre sus mejillas, se le hacía intolerable su dolor en
aquellas noches, que precedían de tristes atardeceres que le hacían pensar
siempre en esa ausencia, en su vida, en quienes amaba.
Ahora creció, acompañada solo de lo que sus dedos
con un papel y un lápiz puedan hacer, dibujando con palabras aquellas imágenes que
por dolor no quiere recordar, tratando de estar con sus vivencias convirtiéndolas
en mentiras delante de quienes no podrían tolerar aquella verdad que solo ella
sabe. Que solo ella vivió en medio de la indiferencia de quienes la causaron,
de aquellos que ahora le reclaman ser feliz cuando siempre se lo impidieron ser
cuando más lo necesitaba.
1 comentario:
Te cuento que casi lloro. Se me aguó el ojo y todo.
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