miércoles, 28 de noviembre de 2012

Ella y sus cosas.

Se encontraba cansada, presa de los deseos ajenos. Buscaba sin sentido una razón que la hiciera entender su vida, los actos que los demás hicieron en ella la mujer perdida que es ahora, llena de miedos y preguntas sin resolver que la hacen sentir cada vez más desesperada. Reloj que no caminaba, horas que se inventaban, días que reventaban, años que explotaban.

Arrojada a un mundo desconocido, que apenas podía entender en los ojos de los adultos que no la entendían o que simplemente la ignoraban. No era asunto de ella lo que los otros hicieran, el problema que de actos desentendidos de su voluntad fueron los mismos que terminaron por acabársela por completo. El deseo de su vida es inmediato, si vivía o moría en un parpadeo no le importaba, pero la idea de morir en plena contemplación le aterraba.

No era fue fácil cuando su vida cambiaba sin que lo supiera, inocente de todo sufría en soledad todo aquello que no comprendía, ni lo que sus seres queridos hacían en silencio con ella. Creyéndola siempre inocente de todo, como si fuera un ser inerte despojado de emociones, no le tocaba inventarse los sentimientos, porque se los imponían con cada acto que ella no entendía en su vida. Podría pasarse horas tratando de armar de nuevo en su rompecabezas, cuyas fichas siempre iban a estar incompletas, aquellas que tenían imágenes de felicidad y plenitud, recuerdos que nunca se dieron y solo desgracias en su vida se repitieron.

Como un cristal roto contra el piso, al tratar de unirlo le implicaba herirse de a pocos. Buscando verse reflejada de manera fragmentada, dividida, toda su unidad de vida se unió con partes y no como eso que ella quiso, con ese todo que la hiciera feliz. Optaba por dejar de cortarse sus delicados dedos o de intentar seguir pegando aquel cristal con su sangre. Un poco de color en su vida no estaba  de más.

Lejos quedaba de eso que la rodeaba, que no quería tener pero que la vida se encargaba de dárselo ¿Adelantar lo inevitable? ¿Pensar en agotar la desgracia rápida para un futuro? No lo sabía, su mente aún trataba de conformar el amor en los besos de Barbie con Kent, en los recortes de las revistas, un amor al estilo de ella, no ella para el estilo del amor. Sus lágrimas recorrían siempre sus mejillas, se le hacía intolerable su dolor en aquellas noches, que precedían de tristes atardeceres que le hacían pensar siempre en esa ausencia, en su vida, en quienes amaba.

Ahora creció, acompañada solo de lo que sus dedos con un papel y un lápiz puedan hacer, dibujando con palabras aquellas imágenes que por dolor no quiere recordar, tratando de estar con sus vivencias convirtiéndolas en mentiras delante de quienes no podrían tolerar aquella verdad que solo ella sabe. Que solo ella vivió en medio de la indiferencia de quienes la causaron, de aquellos que ahora le reclaman ser feliz cuando siempre se lo impidieron ser cuando más lo necesitaba.

1 comentario:

Diana Like.no.other dijo...

Te cuento que casi lloro. Se me aguó el ojo y todo.