domingo, 23 de diciembre de 2012

Existencialismo en promoción de domingo


Bien dice la canción de Miguel Bosé “El tiempo pasa y no de largo y hay quien no se entera que somos los mismos envueltos en novedad” puede parecer un contrasentido, pero si nos detenemos un momento a pensar sobre eso, podemos ver con horror que “seríamos” como el ventilador, que se mueve pero permanece intacto. No sé hasta qué punto nos hacemos ese cuestionamiento, sentir que nos novemos, a veces lento, a veces rápido, pero volvemos al mismo lugar, y al igual que el abanico cada vez más desgastados con el tiempo.

No pretendo equiparar a los humanos con un aparato, eso no se puede. Pero es curioso ver que a veces el moverse implica despegar los pies del piso, de llegar a darse cuenta que no somos lo que queremos ser, sino que somos lo que consideramos debemos ser. La eterna duda del ser, Shakespeare sí que nos supo joder. Es girar y girar, moverse, pero cuesta tanto no caer en el mismo punto de encuentro, para luego retornar y luego girar para después dejar de hacerlo. ¿Qué hacer ante tamaña desgracia? Decidir, simple y llanamente.

Giramos pero no nos movemos, eso lo supieron muy bien los existencialistas del eterno retorno. Pudimos quedarnos al menos con Heráclito y ser al menos un devenir, ser como el agua del río que no pasa dos veces por el mismo lugar. Nos volvimos recicladores de experiencias, basureros de recuerdos y sedientos de proyecciones. ¿Será nuevo todo esto? ¿Tener que esperar la desgracia para motivar? ¿Qué entendemos por desgracia? ¿La muerte del ser amado? ¿La baja batería del celular?

La tranquilidad confundida con comodidad, la decisión confundida con la actuación. Se pueden decidir mil cosas y no hacer nada. Se puede estar cómodo pero lleno de dudas. Se puede estar tranquilo en medio del dolor y se puede estar actuando en círculos repetidos.  Al menos no hay de donde saber cómo salir de esta espiral, de esta corriente de viento que sigue avanzando, arrastrando lo que encuentre, acumulándolo y luego sentirse que no puede más, no porque no quiera, sino por exceso de equipaje.

Tal vez las respuestas estén dentro de sí mismas, que la pregunta pueda ser obviada, que un sentido superior sea capaz de discernir, de actuar, de seguir, de no simplemente girar. Pasar del ¿Quién soy? Al ¡Yo soy! Asumir aquello que no se puede cambiar, cambiar aquello que se pueda, no caer en el absolutismo del reduccionismo o el de la total decisión. No nos hagamos pajazos mentales, no controlamos todo, no podemos, por más que intentemos en ese ritmo solo seríamos pequeños tiranos apoyados en circunstancias fortuitas, por cierto.

Pero quedarse en la constante duda, implica alargar el laberinto, inventar acertijos y olvidar la forma de solucionarlo. Al parecer siempre se estará jodido, pero hay dos formas de estar jodido. Una es viendo que se es consecuente y lo que implique, otra es no ser consecuente y estar siempre a la merced de las decisiones ajena. Queda la elección, en ambas va a ganar algo y perder algo. Ni preguntas ni respuestas, solo existe el camino que se elija.

Dichosos aquellos que tengan sus respuestas listas, no olviden que el mundo puede cambiar las preguntas. Dichosos aquellos que tengan sus dudas, no olviden que el mundo no les responderá nada. No hay dicha, no hay preguntas, no hay respuestas, solo el limbo disfrazado de avance. Pero girar tampoco es una opción. 

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