martes, 14 de mayo de 2013

Martes.


Luchar con lo inevitable, con aquello que el otro no sabe, que solo conoce aquellas palabras que el viento se lleva. Es no ceder ante la decisión de dejar pasar algo que solo existe en nuestra mente, solo ahí y nada más que ahí. El problema es que ese termina siendo el prisma con que vemos la vida, con que el sol nos parece radiante y la luna mágica. Es estar solo en un mundo que es trágico, de soledad, de incertidumbre, de saber solo aquello que conviene saber, aun siendo mentira, todo ajustado a la conveniencia, a la fantasía.

Pero es mejor dejar pasar todo aquello, incluso si pueda ser cierto, no es resignarse, es solo saber que nunca esas dos almas estarán listas la una para la otra, lo mejor es matarla, enterrarla y no dejar que resucite. También puede que no, que solo un alma esté creando aquel mundo donde desea estar y nunca tendrá, puede que el otro también esté en igual de condiciones, es mejor no saberlo, el asesinato es la mejor opción antes que el suicidio.

No hay preguntas, no hay respuestas, las señales son acomodos de la mente para nuestro beneficio o perjuicio. Aquello que se puede tomar como literal no lo es, aquello que pueda ser tomado como figurado tampoco lo es. No hay nada de lo que alguna persona pueda apoyarse en ese sentido. Tal vez crea que haya algo de seguridad, toda o absolutamente son palabras al aire, que el viento puede destruir o acumular bastantes hasta crear un tornado que se lleve por su paso todo aquello que se piensa, lo que se sienta, lo que alguien sea.

La ilusión puede estar ahí, como en útero. No necesitando gritar para alimentarse, se alimenta en sí misma. El asunto es parirla y ver que no solo con llorar conseguirá algo, porque sencillamente no habrá nada. A diferencia del humano que mama porque llora, la ilusión llora y no mama. ¿Puede haber algo más gracioso que eso? Puede ser, que hoy sea lunes festivo, por ejemplo.

Pero no es tan malo, no somos ni aves de paso, somos hojas secas arrastradas por el viento, que podemos caer bajo una suela que nos pise o terminar como separador en un libro de poesía. Estamos entre no ser lo que se desea y no tener lo que se desea, una constante espiral que vuelve al mismo punto, la ignorancia de sí mismos. Acá es curioso saber de antemano que todo puede pasar, que lo obvio puede no ser y que lo complejo sea lo más estúpido del mundo. ¿Cómo saberlo sin sentirlo primero? Es más fácil sentir sin saber que saber sin poder sentir, si lo segundo se pudiera todo cambiaría ¿Para qué?

Una respuesta a una pregunta que nadie hizo, que no existe, porque las palabras no dejan otra opción que matar el sentimiento para poder resumirlo en letras, en suspiros hablados. De nada sirve, por más que se intente no hablar, en el silencio sigue habiendo un sinnúmero de posibilidades de sentimientos, de ideas. Queremos que ciertas palabras sean para uno, tal vez lo sean, pero se puede perder más de la cuenta. La indiferencia alimenta una tranquilidad pasmosa, en vez de una alegría inestable que nos daría el no ser indiferentes.

Nos vamos, nos quedamos, nunca nos fuimos.
Te vas, te quedas, nunca te fuiste.
No somos, no estamos.
No existimos.

No hay comentarios: