lunes, 13 de mayo de 2013

De niño...


Pensaba que el mar se tragaba al sol.
Creía que la luna era más grande porque tapaba al sol en los eclipses.
Que el mar tenía un final.
Que debajo del mismo habían monstruos (Culpe a furia de titanes por eso)
Que la gente se moría en las tardes.
Que los niños nacían por la mañana.
Que la noche era para los velorios.
Que los lunes se moría más gente.
Que los domingos era finales constantes.
Que el martes era el mejor día.
Pero no tanto como los jueves.
Que al mar lo preparaban echándole sal.
Que los muelles eran una carretera directa para el fin del mundo.
Que el fin del mundo era debajo del mar.
Que también el mundo fue parido por el mar.
Que el cielo usa al mar como espejo.
Que el agua era espejo del alma.
Que el alma estaba en el pecho.
Que en el pecho estaba el corazón.
Pero que el corazón tenía la forma como lo venden.
Que la sangre era roja porque se amaba con ella.
Que el sol puede estar en los ojos de alguien.
Que la luna era la sonrisa de las mujeres.

Que quiero pensar que todo lo anterior sea verdad, pero no lo es. Solo queda la música con los recuerdos, en el humo del cigarrillo, el cual de adulto siento que son aquellos soplos de vida que matamos para poder pensar en que la vida está para ser vivida. Aunque en cada soplo se nos vaya aquello que luego queramos volver a tener: la vida. 

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