Tiempo al vacío que no se repite, que se da sin pedir nada a cambio, emociones desbordadas olvidadas por la situación del momento, donde queda la falta, donde se encuentra la ausencia del olvido, donde nada se es, solo un segundero en el reloj de la desidia. Donde estoy no me hallan, donde hallo no soy, es la ceguera mutua de las emociones, en las que el tiempo se olvida y la necesidad se aplaza, siendo el espacio de una entrega que solo se encuentra en la propia satisfacción y es dejada a un lado en un momento de éxtasis etéreo, que es mínimo ante la eternidad de una tristeza que trata de ubicarse en unos ojos que le son esquivos a su alma.
Donde hay vacío, donde se calla aquella voz que pide atención pero que se ignora a sí misma, ignorando de paso el oído del otro, el lugar donde reposa el dolor no tiene fondo, cuando se le trata de poner, simplemente se le sigue bajando para caer mas bajo, sin tener unos brazos donde aterrizar, donde se estrella la ilusión de la vida con la realidad del olvido. Es fácil pedir palabras, pero mas cuesta oírlas, cuando el deseo es mas fuerte, donde la fatiga se apodera del amor, donde solo es vacío, una nada con sentido, un sentimiento al barranco, un alma mas al océano de olvido que es el devenir de la existencia.
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