Circunstancias,
momentos, causalidades y casualidades, la vida parece ser eso. Personas que
asesinamos con el olvido y siguen vivas, personas que ya murieron pero las
aferramos a la existencia en nuestra mente. El vivo quiere estar en tu mente y
el muerto queriendo estar muerto. Nos preguntamos siempre ¿Quién será? el que
te vaya a amar, odiar, matar, traicionar, lastimar, una paranoia vitalista, una
ruleta rusa en nuestras relaciones humanas, es el riesgo de la vida, el peligro
de la felicidad o la alegría de ser dañados, nunca se sabe y sin
embargo sabemos, pero nos hacemos los desentendidos.
¿Cuándo será? que vivamos, que riamos, que lloremos, que fallezcamos,
es el constante aferramiento a un futuro que a un pasado. El futuro puede ser
un analgésico al dolor de un pasado irremediable y un consuelo a un
presente inestable. Pero no todo es trágico, ni debe serlo. Existen breves
momentos, espacios donde la razón abandona la cabeza y la lógica deja de ser la
solución a los problemas de la vida, una sonrisa, un abrazo, un beso, incluso
verle a los ojos a quienes quieres, momentos que se desean eternos, pero que
valen más cuando se acaban y pasan a ser un bello recuerdo.
¿Tendremos que labrar un buen pasado para no llorar en un futuro
incierto? vaya que construir un pasado implicaría llevar un presente
casi perfecto. ¿Se tendrá futuro? porque el pasado es lo único que
nadie nos podría quitar en la vida, no sé qué tipo de consuelo sea eso, igual
la muerte es segura, pero no la podremos experimentar en uno mismo por razones
demasiado obvias. Se sufre la muerte del otro y se piensa que así los
otros vivirán la muerte de uno.
Estamos muertos para quienes nos olvidaron, estamos vivos para
quienes nos recuerdan, estamos inciertos ante el mañana, pegados al ayer y
temerosos ante el hoy. Vayas cosas que no pedimos, se nos escapan a las manos,
a la voluntad, incluso al amor. No todo suele escapar, no todo suele acabarse,
somos parte de hacer y otra de que nos hagan, ya sea el otro o las extrañas
circunstancias que nos estén rodeando. Omnipotente e impotente, parece
que son los reales opuestos de la vida, por encima del bien y el mal.
Dios le da pan al que no tiene dientes, se suele decir
popularmente, pero le sumaría a que también, en caso tal, le de dientes a quien
no tendrá nunca un pan. Es algo que hace rato se me ocurrió en respuesta a algo
en una red social. El que tiene no se conforma y el que no tiene se conforma,
porque en ambos casos, no hay para más en uno y siempre habrá más en el
otro.
Momentos para todo, así la vida sea larga o corta en tiempo, tal
vez un vida de poco tiempo llegue a ser más intensa que una larga vida
condenado a una pasmosidad y que la única gran cantidad que se tenga
es de haber visto morir atardeceres. Por tanto no sería tanto una desgracia
morir joven, pero si morir de viejo sin haber vivir como tal. Somos momentos, ellos para uno, uno para
ellos, atrapados en el tiempo, espacio y lenguaje.
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