Que en mis recuerdos aún no existías.
Pero estaban las estrellas en el cielo, millones de ojos vieron como las noches
se me iban, pensando en un mañana que estaba lento sin saber luego, que al
crecer, esos mañanas son extensiones de un hoy, de un tiempo veloz. Que no
perdona, ni aquello que se le ruegue.
No estabas, pero existías. No existías,
pero ya estabas. No es complicado de entender cuando se miran las estrellas y
que el eterno retorno haga su trabajo, de darle a cada ser su estrella en forma
humana, su luna arropada en el cielo, que se ve a lo lejos en el mar, en la
arena de la playa. No quisiera que el azar existiera, porque así como te trajo,
te puede llevar. No creo en el destino, porque pudo no darse. Me quedo en lo
vivido, en lo que pasó ¿Importa? Ahora no, no me importa, ahora solo me importa
conservarte, el camino es largo. Quiero caminarlo, no correrlo porque te llevo ventaja,
quiero más bien pasito lento mientras te veo volar a ti, yo ya volé, ahora solo
quiero aterrizar.
¿Yo existía? No sé, solo puedo
imaginar tus ojitos de recién nacida, esperando ver la luz del mundo. Indefensa,
blanca, pálida, bonita. Entre preguntas y respuestas, acertijos y laberintos. No
sé mañana, solo sé del hoy y el pasado solo será para compartirlo, no
repetirlo. Si el vino se juntase con la seda, y el mar con la luna.
Estados del alma, buscar lo
perdido, encontrar lo que se busca, tenerlo y cuidarlo. Cuidar es mejor que
retener. Estaremos para eso, cuidarnos, ambos sabemos lo que somos. No hay
lugar para ocultar, tampoco para soportar crudas verdades. Compartir solo eso. El
tiempo dirá si el camino de la verdad vaya de la mano del sentimiento o si
ambas se unen, no sé. Por ahora no quiero la respuesta, solo seguir, caminar
mientras tú vuelas.
Pero ya estamos, quiero seguir,
sentir que quieras seguir. El camino está, hay que hacerlo andar.
Tú sabes quién eres.
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