miércoles, 29 de mayo de 2013

Antes del amanecer.

Una centella a través de su ventana, atravesó el cristal y de nuevo sus ojos brillaron.
Rápidamente, fugaz. 
Un brillo prestado que acallaba un grito desesperado.
Era su nombre escrito en el vidrio húmedo.
Con gotas de lluvia.
Con agua fresca.
Con una lágrima seca.

En una madrugada fría por la soledad.
Miraba en su almohada aquel camino nocturno.
Aquel que lo lleva a una nada.
Aquel que caminó siempre.
Que siempre dejó.
Nunca llegó.

Olor impregnado en sus ojos.
Una mirada con olor melancólico.
Saboreando el tacto lejano.
Sintiendo aquellas palabras.
Que siempre calló.
Que nunca recibió.
Solo imaginó.

A lo lejos un cielo morado.
Lleno de un alba incierta.
Esperando con seguridad.
A paso firme.
Lo que estará al azar.
Sintiendo la enfermedad.
De un corazón.
De un latido, rápido y mórbido.

El aire cada vez más pesado.
De una respiración obligada.
Entrecortada entre espirales de nostalgia.
Suspiro extasiado, respira cansado.
Soñando con que en el último.
Pueda verla de nuevo muriendose.
Esperándolo.
Dejándolo.

Partió sin despedirse.
Sin que nadie le haya dado la bienvenida.
Enfermo de recuerdos que nunca pasaron.
Lleno de vitalidad para imaginar.
Falto para soñar.
Listo para matar.

No hay comentarios: