jueves, 5 de septiembre de 2013

Cosas de fútbol.

Hay sofismas disfrazados de intelectualidad, de sapiencia, de conciencia social y en realidad solamente son formas de notarse como un verdadero imbécil. Uno de ellos es “Si la gente supiera más de política que de fútbol, el país fuera mejor” Error y mil veces error, ambas cuestiones no son excluyentes una de la otra; el sesgo de generalización es evidente y se dejan llevar por un cliché impuesto, curiosamente, por aquello que esas personan suelen odiar: los medios de comunicación masivos.

La representación del típico hincha que pide plata para la entrada, miembro de barra brava, que incluso roba para hacer el “aguante” se asume como un  debe-ser de las personas que ven fútbol. Entonces asumen, dichos intelectuales de Internet, que todo el que ve fútbol es un paria, un indiferente a la situación del país, que se olvidan de la corrupción, la pobreza, el hambre, la guerra. ¿Quién les dijo que un partido de fútbol borra lo anterior? No la borra y si no hubiera fútbol tampoco lo haría. ¿Acaso todos esos son males nacidos de la mano con el fútbol?

Dicen odiar el fútbol por ser una empresa que mueve millones de dólares en un mundo que tiene tanta hambre. Esa es otra mentira infame y demasiado miserable, si observamos e investigamos el origen de la gran mayoría de futbolistas vemos es precisamente eso; necesidades apremiantes. El fútbol es una oportunidad para millones de niños que la vida les puso enfrente un balón, nacidos de familias con escasos recursos, con pocas posibilidades, son esos niños que ven en el fútbol una oportunidad de salir adelante, de tener un mejor futuro para ellos y su familia. Odiar el fútbol y pedir que no existiera, sería quitarle el sueño de triunfo a millones de niños que ven en ese deporte una forma de salir adelante. ¿Ven como esos argumentos esgrimen una miseria moral? Dicen querer luchar contra la pobreza y no pueden ver que el fútbol ha sacado de la pobreza a miles de personas a través de la constancia, disciplina y demás. 

El fútbol es deporte, entretenimiento y negocio, del cual también se benefician ¿Adivine quién? Esos mismos que los políticamente correctos dicen defender: la clase obrera. ¿Por qué? Miremos como algunos hacen del fútbol una forma de subsistencia honrada: vendiendo camisetas, llaveros, indumentaria, hasta comida a las afueras de los estadios. ¿No es eso en cierto modo una manera de llevar sustento digno a un hogar? Pero esos mismos, los políticamente correctos, son los primeros en excusar a un atracador diciendo que “no tuvo de otra” pero al que busca ganar unos pesos extras por el fútbol es tachado como un alienado víctima de las masas. ¿Siguen viendo la miseria moral?

Si no le gusta el fútbol, no lo vea. Ejerza su libertad y decida qué cosas ver y cuáles no. El mundo no va cambiar porque solo usted o miles dejen de ver fútbol, salgan y hagan beneficencia ese día, muchos se lo agradecerán. Pero no, es más fácil creerse el correcto en su casa, en su ambiente, en Internet para insultar y tachar de brutos e insensibles sociales a quienes ven fútbol; mientras usted está sentado, usando un Smartphone o un computador y no sale a la calle a ayudar a quienes lo necesite, o hasta en su misma casa.

“¿Si Colombia clasifica, se acaba la pobreza?” No se ha clasificado y sigue la pobreza, la guerra ha existido siempre; no creo que durante la guerra de los mil días haya sido por culpa de un Millonarios vs Santa Fe (Obvio, porque ni la liga se había creado en ese entonces) pero toca explicar, porque no se puede ser considerado con quienes usan su odio, o más bien ganas de joder, hacia el fútbol para posar de intelectuales, de sabios, cuando ellos son aportantes del odio y la división social al momento de juzgar e insultar a otras personas que simplemente deciden qué ver y qué no ver. Que se den la oportunidad de averiguar qué pasa en la sociedad el día que juega la selección o cualquier equipo; para que evidencie que sus sofismas anti-fútbol no son más que unas pataletas.


Sí, usted, el que odia el fútbol y dice que es para estúpidos y que aliena a las masas. Que se cree defensor de causas justas, déjeme decirle que miles de familias, esas que usted dice defender, esperan ansiosas los partidos de fútbol para poder trabajar de manera honrada: la de los tintos, el de las banderas, el que vende agua y gaseosa. Lo que pasa es que su egoísmo arrogante no le hace ver la totalidad de las cosas y solo escupe verborrea para quedar como un abanderado de los pobres, cuando en realidad lo que destila es un desprecio hacia aquellos que dice defender. 

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